17 sept 2011

Diez años atrás

Todo el mundo tiene un bar en el que ha pasado más tiempo que en cualquier otro, a veces, incluso, más tiempo que en la propia casa, mal-llamándolo "segundo hogar", cuando debería de ser el primero... o único. Uno de esos locales en los que pasaste noches y noches, pensando que más allá de sus paredes el mundo no tenía sentido. Y no eran las paredes, ni la barra, ni los taburetes, sino la gente que compartía su tiempo contigo la que te daban esa sensación de haber llegado a tu hogar, dulce hogar.
Entonces parece imposible que llegue un momento que aquello termine, pero termina. Y del cierre de tu garito preferido te das cuenta que si algo te llevas son amistades, y hay que tener cuidado en que así sea, porque a veces no te queda ni eso.

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